«El coronavirus y yo nos llevamos regular, tirando a mal»

Fotos: Pablo Cabellos

GETAFE/Reportaje (04/11/2020) – Sin baile, sin partida de cartas, sin abrazos de los nietos… GETAFE CAPITAL ha preguntado a los mayores del municipio cómo están llevando la convivencia con el coronavirus y la respuesta es certera: “Regular tirando a mal. Tu rutina cambia completamente, se cancelan las actividades, desaparece tú vida social… y de repente te ves encerrado en casa y se te cae encima”. Esta es la crónica de una pandemia si superas los 65 años en Getafe.

Julio Manzano es el presidente del Club de Mayores de Juan de la Cierva. Está a la cabeza del club más multitudinario de Getafe con más de 2.000 socios. “De organizar dos meriendas con cientos de personas dos veces al año, en junio y en diciembre, decenas de actividades cada año, bailes… hemos pasado a cero. Te mentiría si te digo que lo llevamos bien”.

 

Desde que comenzó la pandemia y “nos confinaron” mi sitio ha estado en casa. No salía ni a comprar ya que se encargaban mis hijos de traernos la compra para evitar riesgos”. El deporte, la lectura y los juegos del ordenador han sido su entretenimiento. “He llegado a hacer entre 16.000 y 18.000 pasos a diario dentro de casa”.

Junto a él su mujer que lo está llevando “francamente mal. Nosotros pertenecemos a la Peña Pceros. Ella tenía por costumbre bajar a la peña a echar la partida de cartas con las amigas… Allí nos divertíamos, tomábamos unas cervezas… Y de pronto todo se esfumó”. Las alegrías las recibían por videollamada cuando se asomaban a la pantalla sus 5 nietos. “Una de mis hijas vive en El Escorial. Antes íbamos para allá todas las semanas en tren. Ahora no nos atrevemos por miedo a los contagios en los vagones”.

A sus 79 años Julio todavía coge el coche para moverse en las distancias cortas. “Como cuando bajo al mercadillo desde el Bercial los sábados. Pero ir hasta El Escorial son palabras mayores. Ya no me veo preparado. Y menos ahora que llevo muletas por una caída en el autobús cuando iba a hacer la compra no hace muchos días”.

 «Todo parado»

Cecilio Urbán, presidente de la coordinadora de mayores lo está pasando mal. De gestionar las actividades de 1.500 personas todos los días “hemos pasado a cero. Está todo parado, después de tantos meses la gente te pregunta cuándo vamos a retomar las actividades y yo no tengo las respuestas”.

Viudo desde hace dos años la pandemia le ha recordado “lo mala que es la soledad. Echamos de menos la actividad del coro rociero que tantas alegrías nos dio el año pasado, el tomar una café con amigos, los bailes…”. Entre tanto son las nuevas tecnologías las que le mantienen abierta una ventana al mundo. “Mi hijo me pone al día para que pueda utilizar los dispositivos electrónicos para comunicarnos”.

Para Conchi Sevilla, viuda y vecina de Juan de la Cierva, lo mejor de esta pandemia ha sido su perrita. “Gracias a ella he podido seguir bajando a la calle. Y aunque no viera a nadie en esos paseos solo el hecho de que me pudiera dar el aire en la cara me daba la vida”.

Cuando se podía bailar

 

¿Recuerdas cuándo se podía bailar? Rápidamente una sonrisa se dibuja en su cara. Lo veo en sus ojos. La mascarilla tapa su boca y sus dientes. A sus 67 años Maribel Colindres era de las que no se perdía un baile junto a sus amigas. “Ahora a algunas solo las veo por vídeollamada. Hablamos por whatsapp. Tienen miedo a contagiarse… yo también”. Mientras ese momento llega, “el de poder celebrar nuestros bailes” Maribel se conforma con ponerse música en casa y practicar los meneítos en su salón. “Pero sigo echando de menos ese momento de arreglarte y prepararte para el baile. He pasado meses sin ponerme un poco de colorete. Esta situación es muy triste. La pandemia se ha cebado con nosotros, los mayores”.

«Con mucho miedo»

 A Cándido y Mari Ángeles, voluntarios en los centros cívicos de la Alhóndiga y San Isidro la pandemia les ha dejado tocados “y con mucho miedo. Fue al principio de todo esto cuando los dos nos empezamos a encontrar mal. Perdimos el gusto pero poco a poco nos fuimos recuperando”.

No ocurrió lo mismo con una pareja de amigos con los que quedábamos mucho para salir y bailar. “Él falleció y ella estuvo un mes en la UCI”. A sus 69 años Cándido Carballo reconoce que tiene “mucho miedo. Pertenecemos a la Asociación de Jubilados de Airbus. Antes viajábamos muchísimo. Ahora apenas salgo de casa. Vemos a nuestros hijos por videollamada o en la calle y si suben a casa a comer lo hacemos por turnos… A veces bajamos a Getafe, desde el Sector III donde residen, pero poco más. Ni pueblo, ni viajes… hasta que todo pase”.